sábado, 24 de abril de 2010

20º aniversario del telescopio Hubble: 20 años filosofando sobre el universo.


(Imagen escogida por el equipo del telescopio para celebrar su vigésimo aniversario.
En ella podemos ver unos pilares de gas de trece años luz de altura que esconden un conjunto estelar en la nebulosa Carina, a 7500 años luz de la Tierra. El oxígeno se ve en azul, el nitrógeno en verde al igual que el hidrógeno y el azufre en rojo).


¿Habrá habido algo que más haya llamado la atención al ser humano, sobretodo en su estado primigenio, que los cielos? Durante años hemos especulado, hipotetizado y filosofado sobre qué podría haber más allá de ellos o incluso si había un "más allá" de ellos. Gracias a los imperantes avances de la ciencia y la tecnología, día a día vamos obteniendo más datos, más soluciones, con las que la filosofía puede rizar una vez más el rizo y obtener cada vez mejores preguntas para perfeccionar nuestras respuestas. Respuestas que no sanan pero al menos alivian.
El paradigma astronómico del ser humano, su "obra maestra" puede sintetizarse en el Hubble. Si un extraterrestre aterrizara sobre nuestro mundo y preguntara cuál es la herramienta astronómica o incluso científica de la que nos sentimos más orgullosos, esa sería el Hubble. Porque este gigantesco telescopio fue la confirmación de nuestra sociedad como civilización moderna a "escala universal", porque fue el primer paso de la "conquista de los cielos". Muchos hablarán del primer viaje a la Luna o incluso del HCL si nos vamos a otros campos de la ciencia pero, con todo el respeto hacia estos avances, nada nos ha transmitido, al menos desde mi humilde punto de vista, tanta satisfacción (de esa satisfacción que nos causa el trabajo "bien hecho") como el Hubble, que en estos veinte años nos ha dado tanta información sobre el espacio exterior como nunca podríamos haber alcanzado sin su ayuda y no sólo eso sino seguridad, confianza y esperanza de que las teorías funcionan y de que a partir de ellas se pueden obtener conclusiones verdaderas.

De un modo paradójico, esa seguridad también puede dar partida a nuevas teorías que al principio nos dejen "fuera de juego" científicamente hablando (véase el cálculo de la edad aproximada del universo) pero siempre nos quedará la alegría de poder afirmar que no existen los dogmas en la ciencia y que mientras sigamos trabajando en ello podremos alcanzar la solución así como la alcanzaron nuestros antepasados, dando pie, de nuevo, a que la filosofía de otra vuelta de tuerca a su magnífica espiral de conocimiento.

No hay comentarios: